martes, 20 de mayo de 2014

¿Cabe hablar de las flores
que viven su mentira en un entierro?

¿Cabe hablar de las campanas
golpeando el silencio de los campos?

¿Cabe hablar de las palabras
que afilan la sonrisa de los soñadores?

¿O de la luna, que es un poso
de luz enferma durmiendo a las cañadas?

¿O de unos ojos, como la piel de un tambor,
que habla el idioma milenario?

¿Cabrían mis lágrimas hiriendo al río
viejo, viejo por la sangre del hierro
y las memorias vacías?

¿Cabría hablar de un Dios
con miedo escénico?


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