Me torturo por su boca, el
trigo inerte del papel blanco.
Viene con disimulo en los
ojos que lloran, si uno quiere,
a las mentes atormentadas, a
la acuarela descrita en las venas.
Si tú quieres, el sol en el
ocaso se enjaulará en las pestañas,
destilando una noche que, si
quiero, será el preludio de una muerte.
Tú te enhebras con el humo,
con los pies mojados,
dejando un rastro de pasado
y presente.
Tú, poesía, sigue combando
el hierro caliente del corazón malherido
Por si algún día vuelves, que volverás, con unos ojos diferentes.
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