La calavera infinita de las nubes
sangra postales en el horizonte.
Y yo, mero espectador,
sin un solo pájaro en mano.
Cien golondrinas malditas
buscan en el agua su suerte,
culpables del verano
y yo sigo pretendiendo el gris,
el otoño en la risa del sauce
que provoca al recuerdo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario